Aunque casi siempre estamos
interactuando con otras personas, la convivencia no siempre es un asunto
sencillo. El hecho de que cada individuo tenga motivaciones, intereses y metas
personales, hace de la coexistencia un desafío diario.
La buena convivencia no ocurre
por arte de magia, sino que las personas aprenden y desarrollan ciertas
habilidades que les permiten crear interacciones agradables.
Convivir unos con otros nos
hace mejores personas.
En la clase de Formación
Cívica y Ética se llevan a cabo dinámicas que promueven una convivencia
armónica favoreciendo el conocimiento mutuo, la comunicación, solidaridad,
cooperación, creatividad y trabajo.
La dinámica desarrollada tenía
como objetivos que los alumnos se dieran cuenta que hasta las acciones más
inocentes pueden tener un efecto importante en uno mismo y en los demás.
Las decisiones y movimientos
que se hacen no solo implican al individuo que los realiza, sino también a
quien los rodea.
Al ser seres sociales y vivir
en grupo, creamos una red en la que todos estamos “conectados”.
Por María Esther González